La ansiedad se define como una emoción básica ya que forma parte de la dotación emocional de todos los seres humanos. Es considerada una útil aportación del desarrollo evolutivo del ser humano.

Se trata de una estructura cognitivo-afectiva que pertenece a nuestro sistema defensivo motivacional y es considerada una útil aportación des desarrollo evolutivo de nuestra especie. Esta estructura se encarga de organizar de forma eficaz los recursos del individuo ante una situación anticipada como peligrosa, con el objetivo de evitarle  posibles daños.

Lo que distingue la ansiedad del estado de miedo, en el que el peligro se percibe como real, presente e inminente, es la sensación de incontrolabilidad focalizada en la posibilidad de un daño o amenaza futura, o cualquier suceso potencialmente negativo. Debido a esta percepción para predecir, controlar u obtener los resultados deseados en situaciones o contextos personalmente relevantes, la ansiedad puede también describirse en términos de un estado de indefensión. Este estado de afectividad negativa se asocia con una poderosa respuesta psicofisiológica que se piensa que puede ser el sustrato biológico del estado de preparación que dispone al organismo a contrarrestar la indefensión. Los estímulos desencadenantes de ansiedad no son, por tanto, objetos o situaciones que impliquen un peligro o daño real o actual, sino que, en general, se trata de elementos que han obtenido su capacidad generadora de ansiedad a través del aprendizaje. El tipo de estímulos que pueden provocar ansiedad es muy diverso, estando caracterizado por la vida de cada individuo. No obstante, hay estímulos que cuentan con mayor potencial ansiógeno que otros.