En los últimos años se incluyen distintas conductas bajo la denominación genérica de adicciones o conductas adictivas. Basadas inicialmente en el concepto de dependencia física y psíquica se aplicaban inicialmente a sustancias psicoactivas que ingeridas por un individuo tenían la potencialidad de producir dependencia. Con el paso de los años se observó que también había conductas que sin haber sustancias de por medio, tenían la capacidad de producir dependencia y el resto de características que tenían las dependencias a las sustancias psicoactivas.

La historia de las adicciones va unida a la historia del ser humano. Fumar cigarrillos, beber alcohol, mascar hojas de coca, esnifar preparados psicoactivos, fumar marihuana o utilizar el opio para el dolor son ejemplos bien conocidos de algunas de las sustancias que el hombre ha utilizado a lo largo de la historia o que lo sigue haciendo. Hay que destacar otras adicciones comportamentales sin sustancia, como resultado de nuestra sociedad tecnológica, como la adicción a Internet, al juego de azar, al teléfono móvil, al sexo, a las compras, etc.

Una de las características principales de las conductas adictivas es la pérdida del control. La persona adicta no tiene control sobre esa conducta, aparte de que la misma le produce dependencia, tolerancia, síndrome de abstinencia y una incidencia negativa muy importante en su vida, que va a ser en muchos casos la causa de que acuda en busca de tratamiento o le fuercen a buscarlo.

Alguno de los componentes característicos de una adicción podrían ser:

  • Fuerte deseo o sentimiento de compulsión para llevar a cabo la conducta en concreto.
  • Una capacidad deteriorada para controlar esa conducta.
  • Malestar y estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o la deja de hacer.
  • Persistir en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produciendo graves consecuencia al individuo.