Son aquellos trastornos caracterizados por un dolor persistente, con una duración de al menos 6 meses y que son resistentes a la terapia médica convencional. Son problemas en los que resulta difícil identificar el daño físico o lesión que mantendría el dolor. El dolor crónico se considera como un objeto de intervención desde la terapia de conducta, siendo las cefaleas, lumbalgias, neuralgias y el dolor neoplásico algunos de los ejemplos más comunes.

¿Qué es el dolor? Es una experiencia perceptiva que la padecen absolutamente todos los seres vivos donde confluyen factores biológicos, psicológicos y sociales. Al dolor se le considera una experiencia subjetiva compleja que solo es accesible a la propia persona.

Se debe resaltar que el dolor no originado por lesiones concretas como traumas o problemas metabólicos no desaparece definitivamente por manipulaciones psicológicas, aunque sí formaría parte de una intervención multidisciplinar (médicos, anestesiólogos, neuroquirúrgicos…).

El estudio y el tratamiento de un problema de dolor crónico debe ser multidisciplinar por la dificultad de abordaje del problema. Por tanto, un psicólogo no puede dedicarse a atender en su consulta problemas de dolor crónico sin que los pacientes hayan sido estudiados o tratados por profesionales relevantes en cada caso.