¿Qué he hecho mal para que mi hijo no me haga caso? ¿Toda la responsabilidad para conseguir que un hijo se comporte bien es de los padres?

En muchas ocasiones hemos oído a los padres decir: Mi hijo no me hace caso, ¿qué puedo hacer? Los diferentes tipos de educación consiguen una gran variedad de comportamientos en los menores de hoy en día.

¿Por qué los hijos dejan de hacer caso a sus padres a unas determinadas edades? ¿Qué es lo que ha fallado?

En este texto repasaremos los estilos educativos más comunes y la consecuencia que tienen los mismos en los comportamientos de los niños y las niñas. No olvidando la repercusión que estos comportamientos tiene en el núcleo familiar. ¿Se nace desobediente o una persona se hace desobediente?

Estilo educativo autoritario


Un ejemplo de estilo educativo sería el autoritario, en donde existe un exceso de normas por parte de los padres hacia los hijos, donde también se les corrige ante la más mínima desviación y no se les permite tener el más mínimo error. Se podría decir que no existe mucho apoyo hacia las conductas naturales de los hijos y donde se establece un control férreo sobre los menores.

Algunas de las consecuencias de dicho estilo educacional serían por ejemplo, la existencia de cierto rencor hacia los padres por no sentirse libres, se toman decisiones por no ser castigados o amonestados, se convierten en conformistas, poco creativos, con poca autonomía y bastante pasivos.

No es un estilo educativo a recomendar ya que normalmente cuando estos niños crecen, pueden desarrollar un sentimiento impulsivo de necesidad de libertad por la restricción de conductas vividas anteriormente y por tanto no ser las más adecuadas. Es importante resaltar que aquí podemos ver a algunos padres expresar «mi hijo no me hace caso».

Otro estilo educacional muy común entre los padres actuales sería el conocido como sobreprotector. Éste no asegura una conducta ejemplar en los niños, ya que en muchas ocasiones se puede apreciar un exceso de preocupación por el bienestar de los menores y esto no se suele traducir en tener mayor independencia. Convirtiéndose casi en una obsesión el bienestar de los niños y pasando a ser responsabilidad exclusiva de los padres.

La limitación de asunción de responsabilidades puede conseguir unos hábitos inadecuados, poco autocontrol o estar poco preparados para situaciones difíciles.

Estilo educativo negligente

El estilo educativo negligente supone un bajo nivel de exigencia y degradación de la responsabilidad por parte de los padres hacia sus hijos. En ocasiones, este forma de educar puede suponer una delegación de responsabilidades hacia otras personas como familiares, vecinos o el servicio doméstico, entre otros.

Algunas de las consecuencias de esta forma de educar podrían ser los aprendizajes al azar, la búsqueda de apoyos fuera de la familia y también la ansiedad o inseguridad personal. Podríamos encontrar a algunos padres expresando la frase «mi hijo no me hace caso» en padres que han educado a sus hijos de esta manera.

Estilo educativo democrático

Por último, se destaca el estilo educativo asertivo o democrático. En el cual se presta una atención adecuada hacia los hijos, donde se ignora el error pequeño y se corrigen las desviaciones relevantes.

Se puede decir que los padres establecen las normas de una manera clara, y donde progresivamente se van asumiendo tareas de mayor dificultad favoreciendo la autonomía del menor. De esta forma, se consigue unas relaciones afectivas adecuadas.

Algunas de las consecuencias serían una alta autoestima y autonomía, la existencia de una mayor iniciativa para realizar nuevas tareas, una adecuada toma de decisiones siendo creativos e innovadores.